Contemplar el vuelo del azor, sentir el frescor de la Sierra o admirar el paisaje desde El Estecillo son algunas de las experiencias que podemos vivir en el entorno de Aniñón, un espacio para los sentidos.
El clima es típico mediterráneo con temperaturas altas en verano y heladas en invierno. Lo más característico son los vientos de la zona, cada uno con su nombre y cada uno con su significado: el regañón, del NW, que «ni trae frío ni calor»; el solano, del E que era el mejor para ablentar la mies, o el somandil, que desde el SE «mata a un hombre y no apaga un candil», son aspectos de la sabiduría de la zona que se siguen transmitiendo de padres a hijos y que nos ayudan a predecir el tiempo que ha de venir.
El Ecosistema. Recorriendo los parajes de Aniñón nos damos cuenta de su variedad y riqueza natural. La Sierra, llamada de la Virgen es una zona de bosque de coníferas con pino silvestre, pino laricio y en ocasiones resinero. Fueron repoblados en los años cincuenta tras haber sido zona de cultivo durante muchos años. Todavía podemos ver donde los burros trillaban, pues todo, aquello era cereal.
De gran importancia son los bosques autóctonos donde las encinas centenarias impregnan de historia el paisaje. Asociadas a ellas, las jaras dan color en primavera con sus flores, y los árboles de hoja caduca como el quejigo, el rebollo, el alcornoque o el sorbus que impregnan de dorados el otoño con el caer de sus hojas.
La sierra es cobijo de multitud de animales. Mamíferos como el jabalí, el zorro, el corzo, el gato montés o la liebre; aves como el pájaro carpintero, el cernícalo, el gavilán, el buitre leonado, el azor…, e incluso el águila real que puede ser contemplada por los buenos observadores.
El trayecto desde la ermita del Niño Jesús hasta el pantano nos permite descubrir una gran cantidad de especies. Plantas aromáticas como el tomillo y el romero, venenosas como la madreselva y el ruscus, o comestibles como el enebro y el endrino, de cuyas bayas se obtienen deliciosos licores.
Geología. En el cobijo y la humedad de los barrancos encontramos vegetación a base de sauces, fresnos, avellanos, álamos, y podemos observar pequeñas especies animales como el tejón, la garduña o el erizo común, entre otros.
Los materiales geológicos que afloran en la Sierra son de edad Paleozoica, de hace unos 540 millones de años. Se trata de cuarcitas y pizarras, rocas que nos hablan de una antigua época en la que un somero mar lo cubría todo y unas pocas especies animales que ya no existen habitaban en él, los trilobites.
En las cotas más bajas, zona cultivada, y hasta la Sierra de Armantes hacia el Sur, dominan las gravas, arenas y limos correspondientes a un sistema fluvial muy activo que se desarrolla en el Terciario, hace unos 15 millones de años.
Posteriormente, los agentes externos se han encargado de modelar los relieves para darnos el entorno que hoy contemplamos de suaves montañas y pequeños barrancos llenos de magia.